Uno de estos días olímpicos leía mi TL de
twitter, vi la siguiente imagen del diario Marca, retwiteada por @marcojusto.
Me hizo reflexionar, sobre todo por el titular. Ojo, no
quiero decir que no lo merezca o que no se sacrifique, que lo hace y mucho, es
su trabajo y su sueño, supongo. Reflexiono acerca de cómo se vende a una
persona para que los lectores, sus lectores, la vean como un ídolo, o que hace
algo fuera de lo normal, y como las personas comentan “asombrados” todo lo que
hace esa persona. En fin, que lo vanagloriamos sin pensar en el día de cada uno
de nosotros.
Solo quiero que piensen en un día de sus vidas, que lo
extrapolen a una semana habitual, y que piensen que así se pasa la vida, y de
esta manera se puedan dar cuenta realmente de a quién hay que idolatrar.
No tengo demasiados recuerdos de cuando era pequeño, solo
recuerdo que mi padre salía en torno a las 7 de la mañana, llegaba pasadas las
3 de la tarde, y salía de nuevo para estar antes de las 4 en su otro puesto de
trabajo para salir pasadas las 10 de la noche. Todos los días de la semana, de
lunes a viernes.
Muchos de estos deportistas de alto nivel “trabajan” entre 4
y 5 horas diarias, el resto lo dedican al descanso, algunos a estudiar (hacen
bien), y en el mejor de los casos, a sus patrocinadores. Saquen ustedes mismos
las cuentas.
En mi humilde vida intento compaginar familia, trabajo y
hobbies. Me levanto seis días a la semana a las 6 de la mañana, bien para salir
a entrenar o porque tengo que viajar a otra isla por motivos laborales. Le
dedico una hora, hora y media diaria a los entrenamientos, más no puedo.
Regreso sobre las 6, 6 y media de la tarde, con suerte y más tarde si viajo, es
verdad, algunos días llego antes, los que menos, pero no me quejo, me gusta lo
que hago. Cuando llego a casa me quedan un par de horas para estar con la
familia, quien tiene niños saben a qué me refiero, y de ahí hasta las 11 de la
noche que el sueño me vence, después de haber despachado las labores
domésticas, porque en casa hay que ayudar, eso es así.
Cuando leo o veo por la televisión a personas que comentan,
dicen, opinan, que un deportista de alto nivel es su ídolo, que se quiere
parecer a él o ella. O veo como un periodista, normalmente deportivo, un mal
necesario, escribe artículos como la imagen del comienzo de este post, me
gustaría que se viniera a un día de mi vida, o de unos cuantos que conozco,
para que cambie su versión del ídolo.
Con esto no quiero decir que me coma la envidia, para ser
deportista de alto nivel hay que estar en el sitio adecuado, en el momento
adecuado y, como no, tener un buen padrino que te de un empujón para dar el
último salto. Simplemente quiero que cuando lean artículos
como este sepan que, su día a día no llega ni a la suela del zapato del
rendimiento físico y mental que muchos de nosotros somos capaces de demostrar,
no sólo durante un periodo de tiempo que no pasa de diez años, si no que lo
hacemos hasta que nos retiramos, y eso son muchos, muchos años, de momento
hasta las 65-67 años.
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